Un
hombre hablaba con su amigo:
- Me
remitieron donde el psicólogo.
El
amigo lo miró entre sorprendido y preocupado.
-
Luego, ¿qué te ocurre?
- He
empezado a perder peligrosamente la memoria; casi no recuerdo eventos y
compromisos muy recientes.
-
Debe ser muy molesto y preocupante, claro –añadió el amigo.
El
hombre suspiró y añadió:
-
Tengo especialmente dificultades al recordar…
-
¿Tu agenda diaria, donde dejas las cosas…? –ayudó el amigo.
-
No, el problema se hace fuerte a la hora de pagar mis deudas y obligaciones.
Y
decidieron no olvidar tomar el café.
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